jueves, 18 de noviembre de 2010

Barone - La perturbación que perturba las almas

Si una diputada ha sentido perturbación en su ánimo quiere decir que no lo ha sentido en su cuerpo. Que no ha tenido perturbación en ninguna intimidad erógena. Y ya eso es un alivio que aleja a la carne del pecado. El lenguaje habla al hablante: perturbar viene de turbar. Turbar es agitar, confundir, desordenar. Alguna vez Isabelita, asediada por todos lados, exclamó perturbada “No me atosiguéis”. Es decir: “No me hinchéis”. Es que para el tamaño de Isabelita la política de los setenta era un gigante. Hoy a la diputada radical Alvarez le ha pasado lo mismo que a Isabelita entonces: le han atosigado el ánimo. Se lo han llenado de turbación, enturbiado y conturbado. También a la Hotton le perturbaron los valores que tanto valoró Cobos. Acaso haya algunas diputadas y diputados que ignoren que en la política se expone más el alma que el cuerpo. A lo sumo se recibe un cachetazo de Graciela Camaño que hace pensar en la impunidad del abuso de género y en el coraje matrimonial de Luis Barrionuevo. Pero sin un alma resistente cualquiera se desalma. Animo viene de alma. Basta imaginar cómo están expuestos el ánimo y el alma de la presidenta - duelo aparte- si después de haberse conectado con la cumbre de líderes mundiales, de haber convencido a los inconvencibles banqueros de Paris, aterriza en la Argentina para tener que lidiar con la psicología anímica de un recinto freudiano y sin alma. El ánimo demasiado sensible, susceptible, sentimental y delicado no está para una banca política sino para un spa de relajamiento o un centro de recogimiento tibetano. ¿Cómo no sentir perturbación en el ánimo, en un Congreso colmado de tensiones, de presiones, de discordias y de militancias ardientes? Esos no son los “valores” gaseosos que se aprenden en ámbitos en los cuales la única política que se practica es la que no se inflama sino que se entibia o se laxa. Hay peces de océano y peces de charcos; hay peces predadores y peces listos para ser depredados. No es para todos el mar de la nueva política argentina a la cual ha arribado hace siete años una extraordinaria especie militante que causa perturbación a las especies tiernas adiestradas en acuario. No es el mensajito en el celular el que perturba: es el tamaño del mensaje político. Es demasiado perturbador para opositores mínimos.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 18 de Noviembre de 2010 en Radio del Plata.

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